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"¿Amenazas navideñas? El impacto de los 'regalos condicionados' en el comportamiento infantil" | Familia | Mamas & Papas | EL PAÍS

En la época navideña circulan expresiones que se han transmitido de generación en generación, convirtiéndose en una lamentable tradición: “Si no te comportas adecuadamente, los Reyes Magos te traerán carbón”, “Papá Noel lo está observando todo, ¡así que ten cuidado con tus acciones!”, “Si no cumples con tus deberes, los Reyes no te concederán regalos”. Estos y otros comentarios han sido parte del repertorio empleado por padres, abuelos y familiares desde tiempos inmemoriales en estas festividades. El uso del pretexto navideño para chantajear, menospreciar, manipular y amenazar a los más pequeños se ha transformado en un habitual. Pero, ¿por qué es tan común que los adultos utilicen la Navidad como un medio de control sobre los más jóvenes?

En algunos países, tradiciones y leyendas han reforzado la idea de que el mal comportamiento de los menores trae consigo la pérdida de regalos. Una de las figuras más emblemáticas proviene de Francia: le Père Fouettard (el padre azotador), un personaje que acompaña a San Nicolás en las festividades. Su misión consiste en castigar a los más desobedientes, a quienes amenaza con severos azotes. Otra de las grandes leyendas europeas está inspirada en el personaje mítico Krampus, una figura mitad hombre y mitad cabra que infundía temor a la mayoría de los chiquillos, propia del folclore de países alpinos como Austria, Alemania, Francia, Italia, Liechtenstein o Mónaco. Esta tradición pagana cuenta que Krampus zurraba a los benjamines que se portaban mal hasta que corrigieran su comportamiento.

Más allá de las leyendas, los chantajes se repiten de padres a hijos, y los expertos siguen denunciando que esta práctica no solo es poco efectiva, sino que puede llegar a ser contraproducente. “La amenaza, por definición, suele ser muy poco útil en cualquier proceso educativo, y en fechas navideñas, cuando buscamos fomentar la paz, la armonía y la tranquilidad, carece completamente de sentido”, explica Carmen Romero, psicóloga experta en educación infantil. La también experta en educación positiva argumenta que, a corto plazo, esta estrategia puede parecer efectiva porque, a veces, los menores obedecen por temor a las consecuencias. Sin embargo, a largo plazo, no contribuye a una mejora en su comportamiento: “Lo que debemos conseguir es que hagan las cosas por sí mismos, no por evitar un castigo ni por coacción”.